jueves, 13 de marzo de 2014

La Bella y la Bestia...


Jeanne-Marie Leprince de Beaumont
Ilustraciones de Nicole ClavelouxTraducción de Juan Gabriel López Guix
Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2013
La Bella y la Bestia es uno de los muchos relatos tradicionales que han llegado a nuestros días en multitud de variantes, frecuentemente adulterados, y cuyos orígenes, en el caso actual, llegan hasta la Antigua Roma imperial. La edición que nos trae Libros del Zorro Rojo, originalmente publicada por Thierry Magnier en Francia, es la versión más popular de este relato, recogida por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont en el volumen Le magasin des enfans(1757), un compendio de relatos educativos y moralizantes entre los que se encontraba este que hoy comentamos.
El aporte, por tanto, de esta edición, es el trabajo de Nicole Claveloux (Saint-Étienne, 1940), una veterana artista francesa que comenzó su carrera a finales de los años 60. Sus ilustraciones para este álbum son a tinta, sin un atisbo de color ni siquiera en la cubierta, donde se nos presenta el título de la historia en barrocas letras formadas por minuciosos dibujos, motivos vegetales y arquitectónicos, pequeñas figuras escondidas… Esto nos da una idea de lo que encontraremos en el interior: un despliegue fascinante de técnica, imaginación y dobles sentidos.
La Bella comienza su historia leyendo en su habitación. Está de espaldas, apenas vemos su rostro en el espejo de una polvera que hay sobre la mesa. Como si presintiera lo que va a ocurrir, observa el rostro de un lobo en el libro que tiene delante, y en segundo plano, tras las ventanas, se nos presenta a los hermanos y hermanas de la Bella, en actitudes que nos muestran una personalidad muy alejada de la de su hermana pequeña: altaneros, avariciosos y carentes de las virtudes que encarna nuestra protagonista.
En las siguientes páginas vemos cómo el padre de la Bella, tras su desafortunado viaje, va a parar al palacio de la Bestia, donde enfada a esta cortando una rosa de su jardín, y cómo se sacrifica su hija menor, aceptando ser la víctima de esa Bestia en su grandioso palacio, que la ilustradora nos describe con infinidad de detalles, muchos más de los que el texto manifiesta: símbolos escondidos entre la vegetación, las paredes, los cuadros, los rincones más oscuros… Unos detalles que contribuyen a crear un clima gótico de misterio y desasosiego gracias al uso de edificios en ruinas, ojos que brillan en la oscuridad, estatuas de animales feroces, referencias a otros cuentos populares, criaturas fantásticas que acechan escondidas en los dinteles de las puertas o en los tapices de los salones de palacio…

En el texto pronto descubriremos a una Bestia sensible, educada, enamorada de una mujer que le rechaza, y por la que casi muere de tristeza, hasta que en el último momento, la Bella decide cumplir con su deber, y aceptar a su pretendiente. Un gesto virtuoso que, obviamente, tiene recompensa, pues la Bestia se transforma en un apuesto príncipe, y convertirá a la Bella en una gran reina. Este final feliz también se ve reflejado hábilmente por la ilustradora, que en la última escena plasma un escenario más tranquilizador, y cambia las plantas espinosas y las estatuas inquisitivas por frondosos árboles de copas algodonosas y un primer plano donde ambos protagonistas se besan apasionadamente.
La autora expresó el mensaje moralizante de esta historia en el volumen antes mencionado, a continuación del cuento, en un diálogo que la institutriz mantiene con sus alumnas:
“Se acostumbra a la fealdad, pero jamás a la maldad: no es preciso afligirse por ser fea; mas es necesario procurar ser tan buena que puedan olvidarse de nuestra cara por amor de nuestro corazón. Entended, también, niñas mías, que tienen siempre recompensa las que hacen su deber. Si la Bella hubiera sido ingrata con la pobre fiera, no hubiera llegado a ser una Reina grande. Notad asimismo quan perversos se hacen los que son envidiosos: este es el más vil de los defectos”.
Almacén de niños (1776), traducción al castellano de Le magasin des enfants
No obstante, aparte de esta defensa de la virtud y la bondad al juzgar a los demás por su corazón, y no por su aspecto, se han hecho muchas más interpretaciones del mensaje de este cuento, algunas incluso de contenido sexual. Otras hablan del paso de la mujer a la madurez, de los matrimonios de conveniencia… Lo cierto es que Nicole Claveloux parece darnos su propia interpretación en sus ilustraciones, donde hay una sutil presencia de la sensualidad (de hecho, en su bibliografía para adultos encontramos un libro erótico titulado Morceaux choisis de la Belle & la Bête). No obstante, dada la riqueza de matices y la variedad de símbolos empleados en los mensajes escondidos en los dibujos, seguro que cada lector podrá sacar sus propias conclusiones.



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