En el rincón del tiempo, en la penumbra
callada,
El olvido aguarda, con su manto de
neblina helada.
Devora los recuerdos, como el fuego a la
madera,
En su abrazo silente, todo se desvanece,
espera.
Las palabras se desvanecen, como sueños
al alba,
En las manos del olvido, se pierde la
historia de Salva.
Los nombres y los rostros, se funden en la
bruma,
En un mundo de sombras, donde el ayer
se consuma.
Pero en medio de la niebla, un destello
persiste,
La esencia de lo vivido, en el alma resiste.
Aunque el tiempo se empeñe en borrar
cada huella,
El amor y la esperanza, son la luz que
destella.
Así en la danza eterna del olvido y la
memoria,
Persiste la vida, persiste su historia y
la nuestra,
En cada corazón que late, en cada nuevo
día,
El olvido puede herir, más el alma es
eterna.
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